sábado, 4 de agosto de 2012

El rincón de Lena

Queridas plumas, esta vez deseo compartir algo con vosotros, es un relato que escribí hace tiempo y está inspirado en mi ciudad natal. Espero que os guste :

CARTAS PARA ELLA


1ª carta para ella-(Parque de las olas) / 28-4-12 
Querida enfermedad:

Vivimos en un mundo en el que las desgracias son las alegrías de otros. ¿A dónde hemos llegado? A un punto muerto que te impide volver hacía atrás y tu única opción es seguir  hacía delante. Mi mundo está hecho de esos héroes que lo consiguen, como él.
¿Cuándo llegaste a su vida? Ni lo recuerdo, esos tiempos me resultan lejanos y extraños aunque no puedo olvidarlos; jamás podré hacerlo. Entiendo que decidieras quedarte con él, es lo mejor que nos ha pasado a las dos; siempre tan perfecto y amable… y a la vez tan vulnerable. Mi propósito con estas cartas es hacerte llegar lo mucho que lo aprecio, y que de alguna manera, te arrepientas de llevártelo ya que si lo haces, te buscaré y te convertiré en mi amiga para siempre.
Aún recuerdo cuando lo conocí, en esos tiempos en los que éramos felices sin tí, y que jamás recuperaremos a no ser por lo recuerdos. Yo estaba tumbada en el parque de las olas mirando al precioso cielo estrellado. Siempre había pensado que era como un castigo que pareciese tenerlo tan cerca, y que ni siquiera rozase la luna con mis largos dedos. Olisqueaba el ambiente mientras observaba a un grupo de jóvenes que acaban de llegar al lugar. Me encantaba ese olor a hierba, me embriagaba, hasta que olí algo diferente: lluvia. Sabía que no conseguiría evitar lo inevitable pero no me dí por vencida. Me puse de pie dispuesta a correr pero ya era tarde, siempre era tarde. Me resigné y dejé que las gotas de agua me acariciasen la cara, miré al cielo pero esta vez no vi ni la luna ni las estrellas, sino el tejido de un paraguas. Giré la cabeza hacía el lugar donde había aparecido y lo ví, con una sonrisa en la cara y esos ojos verdes mirándome con intensidad. Nunca cambió esa expresión conmigo, ni siquiera en los malos momentos. Me acuerdo que me sonaba del instituto, y caí en la cuenta que era un integrante del grupo que acaba de llegar al parque. Me prestó su paraguas a pesar de que él se mojaría, pero según su punto de vista el color azul marino del objeto hacía juego con mis ojos. Menuda estupidez, pero desde entonces ya había dejado una potente huella en mí.
Al día siguiente lo encontré en el instituto y corrí hacía él para devolverle el paraguas que me había obligado a llevar a mi misma porque seguía lloviendo. A él seguía sin parecerle una buena idea, y quería que lo siguiera teniendo yo, ya que mientras yo lo tuviese, él tendría una excusa para hablarme. Quizás fue un comentario algo pícaro, pero yo me sonrojé como los tomates que plantaba cada año en el huerto de mi tío.
La próxima vez que lo volví a ver fue después de varios días, cuando yo ya estaba enfurruñada por tener que haber traído a la escuela el paraguas día tras día, con pleno sol de junio. Cuándo me vio no pudo evitar soltar alguna que otra risita y por fin, me cogió el paraguas. Aunque antes tuve que decirle mi nombre como recompensa por habérmelo dejado aquel día.
Me ponían algo nerviosa sus tontos juegos, pero siempre me resignaba a pasarlos por alto después de una mirada de desaprobación. Ya había pasado mes y medio, y se había convertido en mi mejor amigo. No sé cómo pasó, pero me daba la impresión de que nos conocíamos de antes, de siempre. Una vez, compartí esta teoría con él, y me dijo que era porque desde pequeños me había observado, pero que nunca se atrevió a hablar conmigo. Algo ilógico porque según mi parecer él era una persona muy extrovertida.



                                                        2ª carta para ella-(Calle Cavestany) / 29-4-12                  

Querida enfermedad:

Ahora, ya sabes como lo conocí, y tienes una idea general del tema. Espero, que hayas tenido algo de remordimientos. Sigamos.
Creo que seguimos siendo amigos hasta que una noche, mientras contemplaba el barullo de esa calle donde yo vivía, y me embriagaba el aroma de la noche, él aporreó fuerte a mi puerta y me pidió entrar. En esa ocasión, él seguía sonriendo con la sonrisa de siempre pero tenía los ojos muy hinchados. Ya era tanto el tiempo que había pasado con él que sabía casi con seguridad que ocurría algo. Esa noche fue cuando apareciste o cuando hiciste tu aparición triunfal. Antes de contarme nada, me hizo una pregunta que me cambió la vida:
-          Aunque me pasase algo malo… ¿Tú seguirías queriéndome?
-          Claro que sí.
-          ¿Pero de la misma forma?

Al principio, no entendí sus palabras, pero esa misma noche, me confesó que sentía algo más por mí que una simple amistad. Yo no sabía como reaccionar, había soñado con ese momento desde que lo vi en aquel parque una noche de junio. Digamos, que él reaccionó por mí y tras darme un beso, se quedó toda la noche abrazado a mí llorando. La razón por la que lloraba era que le habían detectado “una nueva compañera”, si, date por aludida. Según le habían dicho los médicos, llevabas ya un tiempo dentro de él y no sabían muy bien cómo podía acabar esta historia. Así que corrió con las fuerzas que le quedaban hasta mi casa, que estaba en la otra punta de la ciudad, y decidió decirme lo que sentía, ya que no quería desaprovechar ni un minuto más de su corta o larga vida.
Le acompañé todas esas veces al hospital San Jorge, e incluso a veces a los traslados a Zaragoza, a esas operaciones que parecían que nunca acababan, y a esos paseos por los pasillos de la clínica Santiago para despejarse la cabeza. Fueron meses terribles para los dos. Yo me empeñaba en darle todo mi cariño y amor segundo a segundo, porque saber que quizás esa misma persona mañana no está contigo nunca más es horrible, una situación muy injusta e impotente, ya que nada estaba entre nuestras manos. Tú gobernabas nuestras vidas a tu antojo, y por eso no puedo evitar escribir esto con palabras llenas de furia.


                                                            3ª carta para ella-(Hospital San Jorge) / 30-4-12

Querida enfermedad:

Ahora te escribo mientras lo miro dormir… en su cama del hospital. Parece que no accedes a mis deseos así que te vuelvo a recordar esa promesa que llevo tatuada en el corazón, si tú te lo llevas, yo iré a por ti y no te dejaré machar jamás.
Sigo empeñada en contarte mis vivencias y a ti no te queda otro remedio que escucharlas. Así que accede rápido, por favor.
Recuerdo mis 20 primaveras, y cómo él había dejado un despertador encima de mi mesilla de noche el día anterior, que me despertó con una suave melodía de mi cantante favorita. Al acabar la canción, emanó del despertador su voz diciendo que siguiese el camino de flores marcado del suelo. Cumplí sus órdenes y acabé en el salón, donde me esperaban un total de 1.095 rosas de color naranja: mezcla de  amarillo (color de nuestra amistad pasada) y rojo (color de nuestro amor actual). Con que ya puedes imaginarte la cantidad de rosas que había en mi salón, cada una por cada día que habíamos pasado juntos desde que nos conocimos en el parque de las olas con ese paraguas. Llamaron al timbre y abrí muy emocionada, de algún modo ya sabía que era él.
Su primer regalo fue un beso y el segundo un paquete envuelto en un fino papel de seda que se resistía a abrirse. Cuando ya gané la lucha descubrí una pequeña llave. Me giré a él, pidiendo una explicación porque no entendía nada y él me sobornó con otro beso. Al final me dijo que es la llave que abriría un cofre que había debajo de mi cama. Cuando lo saqué, me quedé perpleja. Era lo más bonito que había visto nunca, hecho de ébano y con dibujos de flores intrincadas de oro. Introduje la llave en la cerradura y con un “clic” vi mi mundo. El interior estaba lleno de fotos nuestras: nuestro primer aniversario, su 18 cumpleaños, aquella vez de viaje a la playa… Y entre las fotos encontré una cajita que llevaba incrustada una placa con mi nombre, la abrí y vi un anillo, un anillo con el que me pidió amor eterno. Yo le dije que sí, que cuando tu desaparecieras, entonces sería completamente feliz. Aunque tú decidiste que hasta día de hoy siga prometida con el hombre de mi vida.
Una vez más te suplico que lo abandones, que me dejes compartir mi vida con él.
                                                                                                            


                                                                      4ª carta para ella- (Cementerio) / 1-5-12

Hoy el cielo se volvió gris, y no ha parado de llover… como el día que lo conocí. Te odio,  te odio con todas las fuerzas de mi ser. ¿Cómo has podido arrebatarme lo que más quería, mi promesa de futuro? Ya puedes estar contenta, ganaste esta lucha de 3 rivales, él y yo contra ti, aunque está vez ni la mayoría en número nos dio ventaja. Por muchas cartas que te escribí, no hiciste nada… degustaste tu fría decisión minuto a minuto, mientras yo le agarraba la mano y lloraba tras escuchar sus últimas palabras: “Te quiero”. Me pasé la noche dándole mis besos, y acariciándole el pelo mientras su piel tomaba un peligroso tono pálido, pero los médicos ya me habían dicho que era el final. Le susurré palabras bonitas al oído y le dije que no se preocupara, que todo acabaría bien, a pesar que los dos sabíamos la cruda realidad.
Nunca me arrepentiré de haber nacido en la ciudad en la que le conocí, de haber estado en aquel parque a esas horas, y de haberlo querido tanto. Gracias Huesca, por dejarme vivir un pedacito de mi vida con él.
Me siento impotente y no paro de rezar por algo que sé que no me devolverán, es como si quisiera explotar pero no tener las fuerzas suficientes, solo me queda llorar.
Eres odiosa, como pudiste aparecer en nuestras vidas sin avisar o pedir consentimiento, y… ¡Llevártelo! Mis lágrimas no te importan nada, al igual que tu no me importas, o quizás lo único que siento por ti es un profundo rencor.
Te llevas a la gente querida, no solo mía, sino de muchos. Lo tengo muy claro, lo pagarás, cuando encuentren una cura que te haga desaparecer del mapa, así ya no podrás matar a nadie nunca más.
Y tal cómo te prometí en un principio, ahora te voy a buscar, y la próxima vez que hablemos, será cara a cara y esta vez será para siempre.

3 comentarios:

  1. Es un relato muy bello y bien escrito. Me he metido totalmente en él y casi lloro!!! Me encanta, me encanta, me encanta!!

    ResponderEliminar
  2. muchas gracias :) creo que es lo mejor que escrito nunca, así que me alegra que te guste ^^

    ResponderEliminar
  3. :O es preciosaaaa me encanta!!enhorabuena!

    ResponderEliminar