Queridas plumas, esta vez deseo compartir algo con vosotros, es un relato que escribí hace tiempo y está inspirado en mi ciudad natal. Espero que os guste :
CARTAS PARA ELLA
1ª carta para ella-(Parque de las
olas) / 28-4-12
Querida enfermedad:
Vivimos en un mundo en el que las
desgracias son las alegrías de otros. ¿A dónde hemos llegado? A un punto muerto
que te impide volver hacía atrás y tu única opción es seguir hacía delante. Mi mundo está hecho de esos
héroes que lo consiguen, como él.
¿Cuándo llegaste a su vida? Ni lo
recuerdo, esos tiempos me resultan lejanos y extraños aunque no puedo olvidarlos;
jamás podré hacerlo. Entiendo que decidieras quedarte con él, es lo mejor que
nos ha pasado a las dos; siempre tan perfecto y amable… y a la vez tan
vulnerable. Mi propósito con estas cartas es hacerte llegar lo mucho que lo
aprecio, y que de alguna manera, te arrepientas de llevártelo ya que si lo
haces, te buscaré y te convertiré en mi amiga para siempre.
Aún recuerdo cuando lo conocí, en
esos tiempos en los que éramos felices sin tí, y que jamás recuperaremos a no
ser por lo recuerdos. Yo estaba tumbada en el parque de las olas mirando al
precioso cielo estrellado. Siempre había pensado que era como un castigo que
pareciese tenerlo tan cerca, y que ni siquiera rozase la luna con mis largos
dedos. Olisqueaba el ambiente mientras observaba a un grupo de jóvenes que
acaban de llegar al lugar. Me encantaba ese olor a hierba, me embriagaba, hasta
que olí algo diferente: lluvia. Sabía que no conseguiría evitar lo inevitable
pero no me dí por vencida. Me puse de pie dispuesta a correr pero ya era tarde,
siempre era tarde. Me resigné y dejé que las gotas de agua me acariciasen la
cara, miré al cielo pero esta vez no vi ni la luna ni las estrellas, sino el
tejido de un paraguas. Giré la cabeza hacía el lugar donde había aparecido y lo
ví, con una sonrisa en la cara y esos ojos verdes mirándome con intensidad.
Nunca cambió esa expresión conmigo, ni siquiera en los malos momentos. Me
acuerdo que me sonaba del instituto, y caí en la cuenta que era un integrante
del grupo que acaba de llegar al parque. Me prestó su paraguas a pesar de que él
se mojaría, pero según su punto de vista el color azul marino del objeto hacía
juego con mis ojos. Menuda estupidez, pero desde entonces ya había dejado una
potente huella en mí.
Al día siguiente lo encontré en el
instituto y corrí hacía él para devolverle el paraguas que me había obligado a
llevar a mi misma porque seguía lloviendo. A él seguía sin parecerle una buena
idea, y quería que lo siguiera teniendo yo, ya que mientras yo lo tuviese, él
tendría una excusa para hablarme. Quizás fue un comentario algo pícaro, pero yo
me sonrojé como los tomates que plantaba cada año en el huerto de mi tío.
La próxima vez que lo volví a ver
fue después de varios días, cuando yo ya estaba enfurruñada por tener que haber
traído a la escuela el paraguas día tras día, con pleno sol de junio. Cuándo me
vio no pudo evitar soltar alguna que otra risita y por fin, me cogió el
paraguas. Aunque antes tuve que decirle mi nombre como recompensa por habérmelo
dejado aquel día.
Me ponían algo nerviosa sus tontos
juegos, pero siempre me resignaba a pasarlos por alto después de una mirada de
desaprobación. Ya había pasado mes y medio, y se había convertido en mi mejor
amigo. No sé cómo pasó, pero me daba la impresión de que nos conocíamos de
antes, de siempre. Una vez, compartí esta teoría con él, y me dijo que era
porque desde pequeños me había observado, pero que nunca se atrevió a hablar
conmigo. Algo ilógico porque según mi parecer él era una persona muy
extrovertida.
2ª carta para ella-(Calle Cavestany) /
29-4-12
Querida enfermedad:
Ahora, ya sabes como lo conocí, y
tienes una idea general del tema. Espero, que hayas tenido algo de
remordimientos. Sigamos.
Creo que seguimos siendo amigos hasta
que una noche, mientras contemplaba el barullo de esa calle donde yo vivía, y
me embriagaba el aroma de la noche, él aporreó fuerte a mi puerta y me pidió
entrar. En esa ocasión, él seguía sonriendo con la sonrisa de siempre pero
tenía los ojos muy hinchados. Ya era tanto el tiempo que había pasado con él
que sabía casi con seguridad que ocurría algo. Esa noche fue cuando apareciste
o cuando hiciste tu aparición triunfal. Antes de contarme nada, me hizo una
pregunta que me cambió la vida:
-
Aunque me pasase algo malo… ¿Tú seguirías queriéndome?
-
Claro que sí.
-
¿Pero de la misma forma?
Al principio, no entendí sus
palabras, pero esa misma noche, me confesó que sentía algo más por mí que una simple
amistad. Yo no sabía como reaccionar, había soñado con ese momento desde que lo
vi en aquel parque una noche de junio. Digamos, que él reaccionó por mí y tras
darme un beso, se quedó toda la noche abrazado a mí llorando. La razón por la
que lloraba era que le habían detectado “una nueva compañera”, si, date por
aludida. Según le habían dicho los médicos, llevabas ya un tiempo dentro de él
y no sabían muy bien cómo podía acabar esta historia. Así que corrió con las
fuerzas que le quedaban hasta mi casa, que estaba en la otra punta de la
ciudad, y decidió decirme lo que sentía, ya que no quería desaprovechar ni un
minuto más de su corta o larga vida.
Le acompañé todas esas veces al
hospital San Jorge, e incluso a veces a los traslados a Zaragoza, a esas
operaciones que parecían que nunca acababan, y a esos paseos por los pasillos
de la clínica Santiago para despejarse la cabeza. Fueron meses terribles para
los dos. Yo me empeñaba en darle todo mi cariño y amor segundo a segundo,
porque saber que quizás esa misma persona mañana no está contigo nunca más es
horrible, una situación muy injusta e impotente, ya que nada estaba entre
nuestras manos. Tú gobernabas nuestras vidas a tu antojo, y por eso no puedo
evitar escribir esto con palabras llenas de furia.
3ª carta para ella-(Hospital San Jorge) /
30-4-12
Querida enfermedad:
Ahora te escribo mientras lo miro
dormir… en su cama del hospital. Parece que no accedes a mis deseos así que te
vuelvo a recordar esa promesa que llevo tatuada en el corazón, si tú te lo
llevas, yo iré a por ti y no te dejaré machar jamás.
Sigo empeñada en contarte mis
vivencias y a ti no te queda otro remedio que escucharlas. Así que accede
rápido, por favor.
Recuerdo mis 20 primaveras, y cómo
él había dejado un despertador encima de mi mesilla de noche el día anterior,
que me despertó con una suave melodía de mi cantante favorita. Al acabar la
canción, emanó del despertador su voz diciendo que siguiese el camino de flores
marcado del suelo. Cumplí sus órdenes y acabé en el salón, donde me esperaban
un total de 1.095 rosas de color naranja: mezcla de amarillo (color de nuestra amistad pasada) y
rojo (color de nuestro amor actual). Con que ya puedes imaginarte la cantidad
de rosas que había en mi salón, cada una por cada día que habíamos pasado
juntos desde que nos conocimos en el parque de las olas con ese paraguas.
Llamaron al timbre y abrí muy emocionada, de algún modo ya sabía que era él.
Su primer regalo fue un beso y el
segundo un paquete envuelto en un fino papel de seda que se resistía a abrirse.
Cuando ya gané la lucha descubrí una pequeña llave. Me giré a él, pidiendo una
explicación porque no entendía nada y él me sobornó con otro beso. Al final me
dijo que es la llave que abriría un cofre que había debajo de mi cama. Cuando
lo saqué, me quedé perpleja. Era lo más bonito que había visto nunca, hecho de
ébano y con dibujos de flores intrincadas de oro. Introduje la llave en la
cerradura y con un “clic” vi mi mundo. El interior estaba lleno de fotos
nuestras: nuestro primer aniversario, su 18 cumpleaños, aquella vez de viaje a
la playa… Y entre las fotos encontré una cajita que llevaba incrustada una
placa con mi nombre, la abrí y vi un anillo, un anillo con el que me pidió amor
eterno. Yo le dije que sí, que cuando tu desaparecieras, entonces sería
completamente feliz. Aunque tú decidiste que hasta día de hoy siga prometida
con el hombre de mi vida.
Una vez más te suplico que lo
abandones, que me dejes compartir mi vida con él.
4ª carta para ella- (Cementerio) /
1-5-12
Hoy el cielo se volvió gris, y no
ha parado de llover… como el día que lo conocí. Te odio, te odio con todas las fuerzas de mi ser.
¿Cómo has podido arrebatarme lo que más quería, mi promesa de futuro? Ya puedes
estar contenta, ganaste esta lucha de 3 rivales, él y yo contra ti, aunque está
vez ni la mayoría en número nos dio ventaja. Por muchas cartas que te escribí,
no hiciste nada… degustaste tu fría decisión minuto a minuto, mientras yo le
agarraba la mano y lloraba tras escuchar sus últimas palabras: “Te quiero”. Me
pasé la noche dándole mis besos, y acariciándole el pelo mientras su piel
tomaba un peligroso tono pálido, pero los médicos ya me habían dicho que era el
final. Le susurré palabras bonitas al oído y le dije que no se preocupara, que
todo acabaría bien, a pesar que los dos sabíamos la cruda realidad.
Nunca me arrepentiré de haber
nacido en la ciudad en la que le conocí, de haber estado en aquel parque a esas
horas, y de haberlo querido tanto. Gracias Huesca, por dejarme vivir un
pedacito de mi vida con él.
Me siento impotente y no paro de
rezar por algo que sé que no me devolverán, es como si quisiera explotar pero
no tener las fuerzas suficientes, solo me queda llorar.
Eres odiosa, como pudiste aparecer
en nuestras vidas sin avisar o pedir consentimiento, y… ¡Llevártelo! Mis
lágrimas no te importan nada, al igual que tu no me importas, o quizás lo único
que siento por ti es un profundo rencor.
Te llevas a la gente querida, no
solo mía, sino de muchos. Lo tengo muy claro, lo pagarás, cuando encuentren una
cura que te haga desaparecer del mapa, así ya no podrás matar a nadie nunca más.
Y tal cómo te prometí en un
principio, ahora te voy a buscar, y la próxima vez que hablemos, será cara a
cara y esta vez será para siempre.
Es un relato muy bello y bien escrito. Me he metido totalmente en él y casi lloro!!! Me encanta, me encanta, me encanta!!
ResponderEliminarmuchas gracias :) creo que es lo mejor que escrito nunca, así que me alegra que te guste ^^
ResponderEliminar:O es preciosaaaa me encanta!!enhorabuena!
ResponderEliminar